¿Por qué el lince ibérico y por qué en la Sierra de Andújar?

La observación de fauna salvaje es una actividad en auge a nivel mundial, que cada vez cuenta con más adeptos empleando su tiempo y dinero en viajar a distintos lugares del globo con el avistamiento de alguna especie concreta, o varias, como objetivo final. El público Europeo es uno de los más grandes emisores de turistas de observación, y dentro de este continente España aparece como un destino cercano, seguro y económicamente asequible, donde su clima, gastronomía y biodiversidad harán el resto para brindar una experiencia completa.

iberian lynx from hide

Entre todas las especies observables en estado salvaje en nuestro país, el lince ibérico aparece el totem de la observación de fauna por multiples motivos. Los carnívoros, por la persecución sufrida durante décadas, han adaptado sus ritmos al crepúsculo y la noche, evitando cruzarse con humanos y huyendo en muchos casos despavoridamente al dar con uno. El lince, sin embargo, es un animal extremadamente noble, confiado, sabedor de su posición en la pirámide alimenticia y consciente, parece, de la protección que los organismos gubernamentales le ofrecen. No siempre fue así, e incluso a día de hoy más linces de lo que nos gustaría caen a manos de escopetas, pero el lince no ha desarrollado ningún miedo al ser humano y camino confiado, con la cabeza alta, por las pistas y caminos de los lugares que regenta.

Este descaro y su suficiente actividad diurna hace de la observación del lince ibérico una actividad posible con bastantes garantías de éxito, siempre que se elija la época adecuada y se conozca el territorio. A día de hoy, por suerte, hay muchos lugares en España por donde campa este icónico felino, pero para nosotros, sin ninguna duda y por lo que nos toca, la Sierra de Andújar es el hábitat predilecto.

A primeros de siglo Andújar fue el último reducto, junto con Doñana, de esta especie, y en sus suaves lomas y profundos barrancos se refugiaron aquellos últimos linces, guardando su genética y impidiendo que la llama de la supervivencia se apagase. En este territorio, pese a la sobrecarga de ungulados y la escasez de conejo, los linces siguen aguantando y sacando cachorros todos los años, fortaleciendo una población que es clave para su diversidad genética, pues es la matriz de todas las demás.

sierra de andujar

Ver un lince en Andújar es especial, pues hace 20 años apenas había esperanza para la conservación de esta especie y fueron estos montes, y el ingente trabajo de todos los implicados, los que permitieron que hoy, en 2025, contemos con más de 2000 individuos en toda la Península Ibérica.

Pero escudriñar los cerros copados de encinas, lentiscos y jaras de la Sierra de Andújar no es fácil, y el lince puede pasar desapercibido, sobre todo si no está en movimiento. Aquí tenemos un fiel aliado; las urracas. Estos córvidos, extremadamente territoriales, no dudan en hostigar al depredador para intentar expulsarlo de sus dominios. Este escándalo que crean es una de los indicios claves para la observación de linces en Andújar, y un porcentaje interesante de los avistamientos vienen precedidos del nerviosismo de las urracas.

También encontraremos otro aliado en la orografía del terreno, pues no será difícil encontrar puntos elevados que nos permitan dominar centenares de hectáreas de territorio. A saber, una hembra de lince suele tener en Andújar unas 500 hectáreas de media, y un macho puede llegar a domeñar el doble. Ante este reto, contratar un guía especializado siempre resulta de gran ayuda.

Las horas de espera, el frío, y la desesperanza desaparecen y se olvidan cuando el felino de pinceles y barbas aparece al otro lado de tus prismáticos. Aquí estás siendo testigo de un auténtico superviviente, un lince de Andújar, última población viable de la especie y fuente de ejemplares para todas las demás.